Los astrónomos han encontrado una estrella enana blanca quemada con los restos de un planeta similar a la Tierra en órbita. Ahora solo necesitamos encontrar algunos que no hayan sido pulverizados en polvo de planeta.
La estrella enana blanca rodeada de restos planetarios se llama GD 362, y se encuentra a unos 150 años luz de la Tierra. Aunque es una estrella moribunda, tiene una estructura en forma de anillo a su alrededor como Saturno. Durante sus observaciones, los astrónomos de UCLA capturaron la firma distintiva de un asteroide rocoso que interactúa con la enana blanca.
En algún momento en el pasado reciente, un asteroide fue destrozado por las poderosas fuerzas gravitacionales alrededor del objeto compacto, y el polvo ha contaminado la atmósfera de la enana blanca. Las abundancias relativas de elementos coinciden con los componentes químicos de los planetas en el Sistema Solar interior.
Aquí hay un comentario de Michael Jura, profesor de UCLA y coautor de la investigación:
“Lo que tenemos aquí es una composición de la enana blanca que es bastante similar a la de los planetas internos de nuestro sistema solar. ¿Hay otros planetas terrestres como la Tierra en otros sistemas solares? La huella digital de esta enana blanca es un avance significativo en demostrar que algo como la formación de planetas terrestres ocurrió alrededor de esta otra estrella y probablemente también ocurrió alrededor de otras estrellas, porque sugiere que la composición de la Tierra no es única ".
Con este descubrimiento, los astrónomos tienen evidencia de que los tipos de fuerzas que formaron la Tierra y los planetas en nuestro Sistema Solar ocurrieron alrededor de GD 362, cuando era una estrella en formación. Y nos da una idea del futuro destino de nuestro planeta.
En aproximadamente 5 mil millones de años, cuando nuestro Sol comience a quedarse sin combustible de hidrógeno, se expandirá enormemente, consumiendo los planetas internos, y tal vez incluso la Tierra. El cambio en la densidad del Sol afectará las órbitas de todos los planetas restantes. Algunos pueden ir en espiral hacia adentro y ser consumidos por el sol. Otros pueden girar en espiral hacia el espacio interestelar. Otros pueden colisionar en objetos cada vez más pequeños. Finalmente, nuestro Sol puede tener su propio anillo de material planetario sobrante. Y uno de esos trozos podría ser un pedazo de la Tierra.
Fuente original: Comunicado de prensa de UCLA